Ni Martínez Martelo, ni el Barrio Chino están en venta.

¡Vuelve y juega! Una cosa es lo que dice el diccionario de los mortales y otra la que dice el pequeño Larousse de algunos funcionarios públicos.

Mientras todos entendíamos que “utilidad pública” era sinónimo de interés general, resulta y pasa que en el lenguaje y vocabulario del régimen – léase del gobierno de la ciudad- utilidad pública es toda acción pública que puede ser utilizada para favorecer a uno u otro particular, llévese a quien se lleve por delante.

Así se desprende de la insólita declaratoria de utilidad pública mediante la cual se pretende borrar de un plumazo dos cartagenerísimos barrios de más de 50 años, que más que estar ahora defendiendo sus derechos, deberían ser objeto de indemnización porque sin consultarlos y sin respetar su condición de barrios residenciales, les tiramos al lado un mercado público que ha crecido sin dios, ni ley, al igual que las miles de cucarachas y ratas que reinan en el reino del desaseo, la desorganización y la falta de la autoridad.

Martínez Martelo y el Barrio Chino agobiados por la inseguridad, el desaseo, los malos olores, la contaminación y la invasión comercial en áreas residenciales, no recibieron durante años ninguna respuesta del gobierno, y la primera vez que la reciben es para decirles que deben abandonar sus casas porque el sitio donde viven, que ahora va a ser objeto de una gran renovación urbana, es demasiado bueno para ellos que pertenecen a estratos 2,3 y 4.

Podríamos contestar diciendo más o menos lo mismo que afirmó un inteligente pescador el día de la audiencia para debatir la construcción del emisario submarino en Punta Canoa. El hombre se paró y con una contundente frase acabo con las rimbombantes explicaciones y análisis de los expertos. Dijo: Cartagena no ha sido capaz de traernos una gota de agua y lo primero que nos va a traer es un valde de m…..

Mientras la ley dice que un terreno puede ser declarado de utilidad pública para hacer un mercado público, viviendas de interés social o infraestructura educativa y de salud, los interpretes del reino, creen que utilidad común es hacer 945 apartamentos estrato 5, porque es impensable que recuperado el terreno y la hermosa Ciénaga de las Quintas, sea la gente común y corriente la que disfrute el paisaje y no los personajes non santos interesados en el proyecto, al parecer cercanos a un importante funcionario, según las lenguas bien dateadas del Parque de Bolívar.

Y los hechos parecen darle la razón. Se supone que el Plan Parcial debió hacerse primero y la declaratoria de utilidad pública debería haber sido conclusión del Plan. Pero en este caso, primero hicieron la declaratoria de utilidad pública y después se inventaron para justificarla el cuento del Plan Parcial.

Mejor dicho, no le hicieron caso a Uribe dejando el “gustico” para después y se comieron la cosita antes del recreo.De hecho, las visitas de casa en casa que hicieron los consultores del proyecto, no fueron para discutir el proyecto, sino para invitar a la gente a vender bajo la velada amenaza de salir perdiendo por estar en firme la declaratoria de utilidad pública.

El Plan Parcial de Bazurto y todas las decisiones sobre el desarrollo urbano interesan a toda la ciudad y por eso no pueden ser tomadas desde oficinas cerradas por más expertos que sean los encargados. La información pública, es pública y no privada. Por eso el proceso de formulación del Plan, debió contar desde el principio con la activa participación de la comunidad en general y no sólo de las comunidades hoy afectadas.

Al oído le sugiero al Alcalde no embarcar a la ciudad, por decoro, en obligaciones mayores cuando no son el fruto de decisiones colectivas y cuando afectan gravemente la vida de tantas personas. Ya suficiente tenemos corrigiendo los disparates con los que empezó Transcaribe.
Debe limitarse a atender aspectos básicos que afectan al ciudadano, como pagarle al Hospital Universitario, detener con eficacia la inseguridad y el desempleo y apurar la construcción de viviendas para los damnificados de la Popa.

Bazurto es un asunto de importancia general y las decisiones que sobre este territorio se tomen, nos incumben e interesan a todos y todas.

Un proyecto urbanístico que pretende desarraigar y desplazar dentro de la misma ciudad a barrios tradicionales cartageneros, no significa desarrollo, sino más desigualdad y desintegración social.

Martínez Martelo y el Barrio Chino nos pertenecen. No están en venta, ni en remate. No insistan.