115.247 VOTOS RECUPERARON EL PODER PARA LA CIUDADANIA

Por una sola Cartagena

Es un hecho. Se acercan las elecciones de octubre para elegir gobernador, alcalde, diputados, concejales y ediles, pero a pesar de los escándalos de la parapolítica, las detenciones, los fallos de la Corte castigando las alianzas con paracos para sumar votos, las sombrías conversaciones telefónicas y los tenebrosos pactos, aquí nos quieren hacer creer que no ha pasado ni va a pasar nada.

La lección parece no aprendida. Los mismos y las mismas siguen definiendo candidatos. Desde la cárcel, desde el lujoso apartamento por cárcel, desde el escondite, desde los despachos públicos, desde empresas constructoras, desde clínicas privadas. De todas partes, menos de donde debería ser: desde la ciudadanía.

La fórmula siempre es la misma. Fulano aspira porque tiene la “tula”; zutano, porque es el heredero del régimen; mengano, porque goza del aprecio del cacique, se porta bien y hace todo lo que dicen; perencejo, porque hay que amarrar la contratación no sea que lleguen reglas claras para que gane el mejor; y zutanejo, porque la casa política necesita piratear lo público con clínicas de garaje, droguerías, fotocopiadoras y papelerías.

Afortunadamente “el palo no está pa cucharas”. Hoy, líderes, académicos y empresarios han madurado. La gente común y corriente siente y piensa diferente. Hay una alternativa en la otra orilla: Por una Sola Cartagena, un proyecto colectivo de largo plazo integrado por organizaciones y personas que saben que la ciudad tiene las condiciones y ventajas para brindar a todas y a todos una buena calidad de vida, si se toman decisiones pensando en los intereses colectivos y no en los de unos poquitos.

Aquí tiene espacio el ciudadano anónimo, el líder comunitario, el profesional al que le niegan las oportunidades, el periodista que responde a sus convicciones, los jóvenes desencantados con la politiquería, las mujeres que desde los barrios luchan por sus derechos, los políticos con buenos hábitos e incluso los que están dispuestos a cambiar malas, por buenas prácticas.

Aquí clasifican los que saben que son parte de la solución, los que aceptan trabajar donde les toque, los que no tienen la pretensión de ser los chachos de la película, los que tienen el único interés de que la ciudad se desarrolle con equidad.

Por eso, mientras los demás se esfuerzan, violando las prohibiciones, en mostrar “los candidatos” o los ungidos, este proceso se concentra en lo que vamos a hacer, cómo lo vamos a hacer y con quiénes lo vamos a hacer. Porque no sólo es llegar, es saber llegar. Llegar honestamente y respetando la dignidad de los electores. Saber a qué se llega y con quién se llega.

El decálogo de Mockus orientará el proceso pedagógico, comenzando por las cinco primeras máximas: Amarás tu voto; No te quedarás en casa, sería regalar tu voto a los corruptos; No venderás tu voto: de hacerlo ganarías poco y perderías mucho; No te dejarás engañar ni seducir; apoyarás candidatos bien preparados, con buenos antecedentes y sin sospechas.

El fin es conseguir una Sola Cartagena, justa e incluyente, con el concurso de todos y todas. Basta ya de ser dóciles e indiferentes. Apostemos a una ciudadanía rebelde, propositiva y creativa.

Por mi parte, para poner un granito de arena en este sueño cercano y posible y en aras del principio de igualdad que aplica este periódico en el cubrimiento electoral, debo retirarme un tiempo de este espacio, para dedicarme enteramente a participar con muchos otros ciudadanos en esta causa.


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